viernes, 10 de abril de 2009

Capitulo I

Capítulo I
Victoria gustaba de Lilia inconscientemente. Su vida era más difícil que cualquier joven mujer de 23 años pero aun así no se arrepentía de las decisiones que había hecho en su vida. Claro que ser responsable de un pequeño restaurant en el medio de la nada era lo suficiente para volver a alguien loco, sobre todo si comienzas con tal responsabilidad a la corta edad de 15 años. Podría renunciar claro está, pero eso no era parte de su personalidad, no como su padre le había enseñado de pequeña a que la vida conlleva a grandes sacrificios para tener lo que se desea, no importa lo cansada que estés. Aun después de pensar en todas las cosas hermosas que podría tener en estos momentos, tantas cosas que le han ofrecido con solo dejar este pueblo, recibía a cada persona con una gran sonrisa en sus labios. Porque aunque muchos pensaran los contrario Victoria estaba orgullosa de su vida, de sus amigos, de todas las lagrimas que ha llorado, de todos los sacrificios y demases, porque su padre estaría sonriendo desde el Cielo con solo verla feliz.
Claro que tal felicidad no era tan solo por eso. Tenía amigos muy especiales, los cuales apreciaba con todo su corazón y sabía que sin ellos no podría sobrevivir. Aunque son pocos, son buenos. Los mejores sin duda alguna."Café para el futuro abogado Dennison".Adam Denison era uno de ellos. Se conocían desde pequeños, aunque ninguno de ellos podía recordar el día exacto en que se vieron por primera vez, eran inseparables. Bueno a excepción de los años en los que él desapareció sin dejar rastro. Él era parte crucial en su vida, tan importante que un día sin él no era día feliz en lo absoluto, pero no podía decirlo, al menos no en voz alta."Por favor inquiera lo menciones".Victoria no puede recordar las muchas veces que lo escucho quejarse sobre su educación. Leyes no era precisamente su fuerte, estaba claro para muchos que lo hacía para darle el gusto a su padre, que indiscutiblemente era el hombre más importante de Lilia. Charles Dennison era el dueño de la firma de abogados más grande de la ciudad, que obviamente disponía de mucho trabajo para los futuros abogados como Adam, a su vez manejaba gran parte de los negocios y algunas personas pensaban que era aun más importante que el mismo alcalde."Si no quieres ser abogado, entonces ¿porqué no renuncias?".Ella sabía a ciencia cierta que renunciar en la mente de la familia Dennison nunca sería una opción, pero aun así valía la pena sugerirlo."¿Renunciar?" pregunta él incrédulo "y exactamente ¿cómo le explico a mi padre que su único hijo se rehúsa a seguir sus pasos?"."Solo díselo".Solo por la manera en la que bebe su café matutino puede distinguir lo preocupado y atrapado que se siente por la situación. Se concentra detenidamente en el tazón frente a él, como si las respuestas a sus inquietudes estuviesen reposando en el fondo aun sin ser descubiertas. Resulta inquietante para Victoria la carga que una situación así puede causar a un joven como él, con deseos de compartir sus habilidades con su padre pero sin proporcionar interés alguno. Sin embargo ella entendía lo complicado que sería explicar a una persona de su categoría, serio y sin sentido del humor en lo absoluto, la afición de su primogénito por las artes literarias sin temer una reacción equivoca de parte de su padre. En ese sentido cualquiera en su posición estaría aterrado."No puedo" - responde después de unos segundos –“le rompería el corazón".Aun sin hablar, sin expresar sus más íntimos sentimientos, lo admiraba con grandeza. Aún cuando en su rostro demostraba cansancio y más dentro de su corazón, continuaba con esa tarea tan difícil de seguir un legado como ese especialmente en condiciones tan imposibles. Admiraba la manera en la que anteponía a su familia y amigos por sobre todas las cosas, prefería sacrificar su felicidad para ver a otros sonreír. Desde el fondo de su corazón se sentía afortunada de tenerlo a su lado."Tu padre estaría orgulloso".Sus grandes ojos azules se clavaron en su rostro, sorprendido por la afirmación de su fiel amiga, pero incrédulo ya que conociendo a su padre mejor que nadie no podía llegar a pensar que sentía el más mínimo orgullo por él."Si me disculpas Señorita García, debo cumplir con mi cruel destino" se levanta a regañadientes de su silla, mientras tomaba su chaqueta y caminaba hacia la puerta, su mirada aun fija en Victoria."Si lo ves de manera positiva, algún día tendrás tanto o más dinero que tu padre".Sonríe amargamente, porque ser comparado con su padre es algo que jamás podría hacerlo feliz.Se marcha sin respuesta, ella sinceramente no la esperaba. Las campanillas de la puerta anuncian su retiro y su corazón late lentamente por unos segundos, pero ella prefiere ignorar la amargura que sentía al verlo lejos. Sin pensarlo el silencio del local se volvió parte de su rutina diaria. La música de la rocola en un rincón, a veces ignorada por unos y disfrutada por otros, era casi obsoleta en ocasiones como esta. Cuando todos se marchaban, o cuando nadie visitaba su restaurant, era solo ella y el largo silencio."Odio este pueblucho".Y a veces el silencio se convertía en un ruido espantoso, con voz chillona o a veces calmada que reclamaba una y otra vez lo mucho que odiaba su situación actual. La ciudad que la enloquecía cada día más pero aun rehusaba dejar, sin explicación alguna por supuesto.Esa voz chillona tenía nombre y rostro de mujer. Georgia Isobel era una mujer especial, de una belleza innegable y a ratos envidiable por muchas. Su delgada figura, su pelo brillante como el sol en un día de verano y sus ojos increíblemente azules hacían de ella la mujer perfecta. Todo aquel que caminaba cerca quedaba inmediatamente ensimismado por su natural belleza."Buenos días" - saluda Victoria, siendo ignorada por su amiga."Éste pueblo me vuelve loca cada día" – protesta Georgia, tomando el delantal más cercano atándolo a su delgada cintura. – “y ¡aún no es mediodía!".Mediodía era conocido como "la hora del caos”. Cada ciudadano dejaba su lugar de trabajo para relajarse fuera de él. El primer lugar que visitaban era el pequeño restaurant lo que quería decir más trabajo que de costumbre. Georgia repudiaba aun más el hecho de vivir en un pueblo tan pequeño."A veces sucede" – Victoria responde. Lo cual era una absoluta mentira, no sucedía a veces sino todos los días."Como sea" – responde cortante pero luego vuelve a sonreír, lo que indica que decide cambiar de tema – "¿Dónde está Adam?"."Se marcho hace un par de minutos. ¿Porqué?" – pregunta Victoria sin sorprenderse ya que Georgia era testigo de las constantes visitas de él."Solo por curiosidad".Victoria deseaba cambiar de tema, o al menos no hablar constantemente sobre su mejor amigo porque sentía que sus mejillas se ruborizaban cada vez que escuchaba su nombre o cada vez que alguien hacia hasta la más mínima pregunta sobre él. Pero no importaba cuanto intentara disimular sus sentimientos, Georgia no necesitaba oír palabra alguna para saber lo mucho que lo quería.Miro el calendario colgado en la pared, a un costado del viejo reloj que marcaba las 10 y treinta de la mañana del 4 de Abril. Como ha pasado el tiempo, pensaba. Ya han pasado años desde la muerte de su padre pero aún no puede borrar la nostalgia dentro de su pecho, como si una mano invisible apretara sus pulmones quitándoles el aire sin compasión. Ya las excusas para marcharse parecían vagas, por años intento evitar las palabras de consuelo que amargaban su alma al oírlas."¿Te puedo pedir un favor?" – Victoria titubeaba aun cuando la confianza entre ella era inmensa."Claro que si".
"¿Puedes hacerte cargo de todo mientras me ausento por unas horas?".Su amiga sonrió pero sin disimular la tristeza de su rostro. Sabía a ciencia cierta cuál era el motivo de su pronta ausencia pero no hacia comentario alguno por miedo a incomodar a Victoria. Sin dudar acepto la petición de ella aunque odiaba quedarse sola frente a tanta gente."No te preocupes, toma el tiempo que quieras".